Reproducimos a continuación el inquietante "Enigma en profecía" que incluyó François de Rabelais a modo de colofón de su Gargantúa. Aunque se ha discutido mucho acerca de la autoría del texto, así como de su auténtica función en la obra, lo cierto es que, burla burlando, se ponen sobre la mesa un rosario de males que, vistos desde el siglo XXI, se nos antojan de especial actualidad. Dejamos a criterio del lector si la apocalíptica perspectiva de la suerte humana que aquí se pinta resulta exagerada o capta, de manera ágil y precisa, ciertas tendencias que con el tiempo no han hecho más que acentuarse.
Humanos: levantad los corazones
y escuchad, desgraciados, mis razones
si creéis que los astros estudiando
se puede adivinar el cómo y cuándo,
y por ende sin duda predecir
las cosas que nos guarda el porvenir.
A mí fue la divina inspiración
quien del futuro diome noción,
y así he de señalar en mi discurso
del tiempo venidero suerte y curso.
Hago saber sin farsa y sin engaño
que en el glacial invierno de este año
de esta mansión* saldrá valientemente
robusto grupo de animosa gente
cansada del reposo y la alegría,
que a voz en grito y en el pleno día
conquistará hombres, grupos y facciones
aunque tengan diversas opiniones,
pues no ha de haber quien deje de escuchar
lo que en plazas y templos han de hablar.
Provocarán debates aparentes
entre amigos y próximos parientes,
y el hijo no ha de hallar pena infamante
cuando contra su padre se levante.**
Los nobles, de linajes estimados,
serán por sus vasallos asaltados;
Los deberes de honor y reverencia
perderán para largo su existencia,
pues se dirá que a todos ciertamente
les es dado subir por la pendiente
para luego bajar de un solo salto
cuando hayan alcanzado lo más alto.
Sobre esto han de entablarse tantas lides,
tantos choques de argucias y de ardides,
que la historia, de fábulas henchida,
no consigna una cosa parecida.
Hombres habrá de brío y de valor
bajo presión de juvenil calor,
que en alas de su fe tirana y fuerte
volarán en los brazos de la muerte.
No dejará ninguno esta labor,
cuando en ella haya puesto su vigor,
sin conseguir llenar de ruido el cielo
y la tierra de sombra y desconsuelo.
No gozarán menor autoridad
hombres sin fe que gentes de verdad,
pues ha de ser su fuente, norma y guía
la multitud ignara, necia, impía,
que ha de hacer juez al menos virtuoso.
¡Oh diluvio dañino y doloroso!
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* Se refiere a la Abadía de Thelema, fundada a modo de jocosa utopía humanista.
** Le fils hardi ne craindra pas l’impair / de se dresser contre son propre père.